Para descubrir al detalle todo lo qué una mascarilla facial puede ofrecerte, he elaborado esta rigurosa guía de uso que te ayudará en gran medida a incorporarla en tu vida si todavía no lo has hecho y a enseñarte como puedes aprovechar al máximo sus bondades.
El cometido de las mascarillas faciales es hidratar, nutrir y exfoliar el tejido celular de la tez para que luzca siempre perfecta, con independencia de si la mostramos a lo natural o con maquillaje.
En base a los resultados que estemos buscando, podemos encontrar una gran variedad de productos idóneos para enmascararnos y mejorar la calidad de la epidermis facial.
Sin embargo, no es fácil familiarizarse de buenas a primeras con este cosmético que cuida de forma periódica la dermis de nuestro rostro.
Pues no basta con aplicarla de vez en cuando, hay qué hacerlo con constancia y sin olvidarnos de ella, ya que es realmente importante realizar el ritual de belleza semanalmente o incluso cada dos días según el tipo de máscara que usemos.
De igual modo, saber cómo aplicarla y conocer cuál es mejor para tu condición es un dato primordial para no correr el riesgo de agravar el estado de la piel. ¡Así que vamos allá!
Índice
¿Qué es una mascarilla?
La mascarilla facial se caracteriza por mejorar el estado de la dermis de forma ocasional, es decir, con aplicaciones semanales en su mayoría.
Por lo general, suele poseer una textura cremosa o pastosa, según el fabricante y los ingredientes que la formen.
Para que sus efectos limpiadores o reparadores sean eficaces, lo principal es dejarla actuar sobre la piel unos minutos, formando una capa o máscara lo bastante gruesa.
La ventaja principal que la diferencia de otros ítems para la tez es que ofrece resultados positivos palpables desde la primera aplicación.
Máscara facial para cada tipo de piel
Igual que las cremas u otros productos de cosmética, antes de adquirir una mascarilla, deberás primero conocer su compatibilidad con tu rostro.
Los ingredientes activos de la fórmula deberán cubrir las necesidades que necesita, sin perjudicarlo lo más mínimo. Por eso es fundamental que conozcas tu tipo de piel, dado que de lo contrario te arriesgas a empeorarla.
Por ejemplo, si tu cutis es propenso a la sequedad y te aplicas una máscara de arcilla poderosa, podría resecarlo aún más y provocarte más problemas.
Te desvelo algunos consejos para orientarte y que puedas elegir una acorde con tu tez:
- Seca. La falta de hidratación provoca una sequedad bastante acusada en algunos rostros y es recomendable recurrir a mascarillas que proporcionen nutrición y a la vez también hidraten para devolver la suavidad y la tersura. Unas de las más eficaces en este caso son las que actúan durante la noche, pues retienen la humedad en el proceso de regeneración nocturno de las células cutáneas.
- Grasa. El exceso de sebo es característico en este tipo de cutis y genera complicaciones antiestéticas tales como los puntos negros o más brillos de la cuenta. Lo ideal en estas circunstancias es optar por máscaras que purifiquen y regulen la grasa sobrante, limpiando en intensidad, destaponando los poros de los residuos y liquidando los puntos negros. Las fórmulas con azufre o arcilla son unas de las mejores absorbiendo el sebo y combatiendo el acné.
- Sensible. Las irritaciones y el enrojecimiento son signos evidentes y que se manifiestan con más facilidad en los rostros más delicados, por ello es esencial utilizar mascarillas con ingredientes no agresivos y cuidadosos. Un ejemplo claro son las formulaciones con avena y antioxidantes de origen botánico que protegen, calman y nutren de manera segura.
¿Cuáles son sus beneficios para el cutis?
Aunque poseas una tez normal y creas que quizás no necesitas una mascarilla, introducirla en tu rutina de belleza semanal puede proporcionarte muchas bondades que favorecen notablemente el estado de tu piel facial, tanto en términos de bienestar personal como en temas de estética de forma visible.
Veamos los principales beneficios que una máscara le brinda a tu cara:
Relaja
Aparte de mejorar el semblante en general, también ofrece resultados terapéuticos. Aunque parezca mentira, enmascararnos tiene el poder de levantar el ánimo, estimulando los sentidos.
Un ejemplo son las que contienen en su composición aceites esenciales aromáticos como pueden ser la menta y el romero.
Limpia en profundidad
Indudablemente, la mejor propiedad de este cosmético tan versátil es la de eliminar las impurezas de la superficie de la cara, así como la suciedad, los restos de maquillaje y el sebo excesivo.
No obstante, sólo una buena máscara que contenga ingredientes de calidad posee la virtud de liquidar las impurezas más difíciles, hablo de las que se esconden en el interior de las otras capas inferiores de la epidermis, es decir, desintoxicando en lo más profundo del rostro. ¿A quién no le interesa una limpieza más profunda e impoluta?
Desobstruye los poros
Una razón excelente para proveerte de una mascarilla con arcilla de bentonita es que el enmascaramiento con ella es ideal para absorber la grasa que sobra y eliminar la suciedad, además de las células muertas que se acumulan con los días.
Los poros se destaponan tras suprimir todos los residuos, literalmente matando a las bacterias que nacen en el semblante y crean las indeseadas manchas pigmentarias, espinillas, brotes acnéicos, etc.
Aporta luminosidad
Hay algunas máscaras que promueven la circulación de la sangre en el proceso de secado en la piel, es decir, cuando esta empieza a endurecerse y en conjunto con su eliminación, expande los vasos sanguíneos.
Mejora el tono general de la dermis unificándolo, aportando suavidad, un aspecto más fresco, más brillante y sano. Un ejemplo son las diseñadas con menta.
Proporciona mejores resultados
Otro beneficio estrella es su acción eficiente haciendo que los demás productos que apliques en la dermis facial sean absorbidos con más facilidad y más rápidamente por el tejido celular, tonificando, hidratando y protegiendo.
En resumen, obteniendo mejores resultados y de manera más inmediata.
¿Cómo, dónde y cuándo se aplica?
Puede que creas que el modo de empleo es más difícil al de cualquier otra pomada, pero no es así. Si lo haces correctamente, resulta una aplicación muy sencilla y qué solo requiere esperar el tiempo extra para que penetre, haciendo que sus activos trabajen en la dermis.
Sigue estos pasos y su uso será todo un éxito:
- Lo primero es limpiar y desmaquillar tu tez (el cuello y el escote incluidos) para evitar que haga un efecto contrario al deseado y ocluya los poros.
- Muchos productos se aplican con la piel seca, en este caso y si el envase no especifica lo contrario, lo idóneo es humedecerla un poco con agua tibia. La mayoría de las máscaras se distribuyen mejor y de manera más pareja por todas las partes, aparte de penetrar con más eficacia.
- Si decides exfoliarte también el cuello y el escote es viable, siempre y cuando tengas en cuenta que son zonas más finas y que pueden resentirse si tienes una dermis muy sensible.
- ¡Cuidado con las cejas! Puedes arrancar pelillos durante la extracción sin querer, así que procura no tocar esa área del rostro, con más ahínco si se trata de una mascarilla potente.
- Por lo general, se cree que, contra más sustancia, más efectiva será. Sin embargo, esto es un mito muy común y a pesar de que se aconseja aplicar una capa gruesa, no hay que excederse, puesto que lo único que conseguirás es malgastar cosmético en vano. Lee siempre las instrucciones que normalmente figuran en el embalaje, para cerciorarte de la cantidad que necesitas.
- No quieras pasarte de tiempo si no lo tienes claro, dado qué podría ser perjudicial. Si usas una mascarilla antiacné, de arcilla, de goma o con retinol, asegúrate de no dejarla más de lo preciso porque puede causarte descamación o inclusive inflamación. En las demás, no hay problema en dejar que actué más tiempo, al contrario, más eficiente será.
- Mi consejo es qué la primera vez que la utilices, sigas las indicaciones del envase para verificar que tu cara la tolera. Si realmente ha ido todo bien, puedes alargar hasta unos 15 minutos más en próximos usos. Por si acaso, no pases de ahí.
Productos qué se aplican posteriormente
Para poder aprovechar con todo su esplendor los efectos beneficiosos de la mascarilla, tendrás que aplicar después de su utilización el exitoso serum y la correspondiente crema para potenciar el cuidado de la epidermis.
Recuerda qué dichos cosméticos en cuestión deberán ser compatibles con los activos del enmascaramiento.
En caso de haber usado un tratamiento con arcilla o desintoxicante, la tez podría estar más expuesta a la resequedad, por eso lo ideal en esta ocasión es un serum nutritivo y una crema facial hidratante.
Para impedir que el cutis se reseque más de lo normal, en especial con las exfoliantes elaboradas con químicos o enzimas de frutas, evita a toda costa las pomadas y sueros con retinol.
Ahora que ya conoces las claves para disfrutar de los lucros de una buena máscara facial, te animo a que la introduzcas en tu ritual de belleza y cuidados. ¡Feliz enmascaramiento!